El grito ya no es la voz, la palabra se usa como Vox o el Votox en blanco. Nos dejan decir lo que pensamos para desahogarnos y sentirnos protagonistas y creer que nuestras opiniones importan como los titulares de los telediarios. Tenemos la impunidad de insultar o criticar a políticos, famosos y personajillos creyéndonos minidioses sin acólitos ni doctrinas, misa de 12. Ahora la palabra que da risa es el opio del pueblo y la vergüenza de la ciudad. Cambiamos a peor; descargamos odio, energía y maleficios sobre gente que creemos poderosa, cuando los que mueven los hilos, nos siguen controlando desde ese lugar que sólo se ve cuando los dioses han caido, la violencia no sangra y el terrorismo es un negocio. Recordad: la duda ofente, la verdad mata, y la mentira consigue votox.